Hollywood se volvió un lugar mítico no sólo por ser la fábrica de sueños sino también por su lista de tragedias de famosos. El asesinato del director Rob Reiner y de su esposa Michele Singer se sumó a esa nómina, con el agravante de que todas las sospechas recaen sobre su hijo de 32 años, Nick Reiner, quien quedó detenido por la Policía de Los Ángeles como presunto autor de las muertes.
El domingo por la noche se conoció que el realizador y su mujer habían sido ultimados a puñaladas, cuyos cuerpos fueron encontrados por su hija Romy; de inmediato, las miradas se orientaron a Nick, quien atravesó procesos de rehabilitación por consumo de drogas y vivió en la calle durante su adolescencia. Su agitada vida fue llevada a la pantalla por su propio padre en el filme “Siendo Charlie”. The Times publicó que Rob y Nick discutieron el sábado en una fiesta de Navidad en la casa de Conan O’Brien.
A sus 78 años Rob Reiner, aparte de director destacado títulos como “Misery”, “Cuenta conmigo”, “Cuando Harry conoció a Sally”, “La princesa prometida” y “Cuestión de honor” (nominada al Oscar), fue actor en “Sintonía de amor”, “Balas sobre Broadway”, “Colores primarios” y “El lobo de Wall Street”. Además, militaba en causas progresistas y de género, era un abierto crítico de Donald Trump y simpatizaba con el Partido Demócrata. El expresidente Barack Obama lamentó públicamente su deceso.
El rastro de sangre de figuras célebres del cine norteamericano tiene algunos hitos que resisten el paso del tiempo. El más recordado es el crimen de Sharon Tate, la esposa embarazada de Roman Polanski, quien los 26 años fue asesinada en 1969 por el Clan Manson. Su historia se mitificó en pantalla con distintas producciones como “The haunting of Sharon Tate”, de Daniel Farrands, y “Érase una vez en Hollywood”, de Quentin Tarantino, en forma indirecta y referencial. Los autores materiales, Tex Watson, Susan Atkins, Linda Kasabian y Patricia Krenwinkel, y el responsable intelectual, Charles Manson, fueron condenados a cadena perpetua.
Película maldita
No por el más famoso, su caso fue el primero. Sal Mineo fue ultimado en 1976 de una puñalada en el pecho a los 37 años por Lionel Ray Williams, un repartidor de pizza con historial delictivo que fue penado a 57 años de prisión. Este suceso consolidó la idea de que “Rebelde sin causa” era una película maldita: aparte de Mineo, se suman las violentas muertes de James Dean y Natalie Wood, todos jóvenes y atractivos.
“Poltergeist” es otra producción con una pesada fama. Fue la única película que filmó la actriz Dominique Dunne, ahorcada el 30 de octubre de 1982 por su exnovio John Thomas Sweeney, un hombre celoso y posesivo con el que mantenía una relación tormentosa. Ella sobrevivió cinco días antes de perecer. El juicio derivó en una condena por homicidio en estado de arrebato emocional, con una pena de sólo siete años de cárcel, de los cuales cumplió un tercio.
Horror en Hollywood: investigan la muerte de Rob Reiner y su esposa como un caso de parricidioLa belleza de Rebecca Schaeffer le estaba abriendo camino en la industria, e incluso fue la primera opción para protagonizar “Pretty Woman”, en el rol que finalmente ocupó Julia Roberts. Pero todo se truncó cuando fue asesinada en 1989 de un disparo a los 21 años por un fanático obsesivo que la venía acosando: Robert John Bardo, condenado a prisión perpetua. La actriz se estaba preparando para audicionar para la película de Francis Ford Coppola, “El Padrino III”.
Latin lover es el término que usa Hollywood para designar a un ideal latinoamericano lleno de exotismo, belleza y seducción. Ramón Novarro fue el primer actor hispanohablante que triunfó en la meca del cine durante la etapa del cine mudo y acumuló una fama que continuó con la llegada del sonido y del color. Atravesado por conflictos morales por su homosexualidad y su alcoholismo, su vida terminó cuando un trabajador sexual entró en su casa a robar y lo mató. Paul Ferguson y su hermano adolescente Thomas lo torturaron hasta que pereció por asfixia con su propia sangre para que le diga dónde estaba una riqueza que no tenía. Los criminales enfrentaron cárcel de por vida.